El estoicismo, una de mis pasiones.

Hoy, en mi clase de filosofía, el profesor nos dijo que, para evaluarnos, debemos hacer una exposición en la que digamos al grupo cuál es nuestra pasión. Para evitarnos de problemas, todos estuvimos de acuerdo en que una pasión es “una actividad que al realizarse nos produce placer, que nos mueve a esforzarnos por mantenerla y seguirla; que gozamos compartir;  por la que nos atrevemos  a crear y modificar nuestras actitudes y pensamientos y, con ello, la forma en que nos vemos y desarrollamos; es algo que defendemos y necesitamos para llamar vida a este camino a la muerte”.

Entonces, es más o menos sencillo saber qué es lo que nos provoca esto, aunque no siempre es una sola e inamovible cosa. En mi caso, son tres cosas las que, felizmente, puedo llamar pasiones: las mujeres bonitas, los estudios de género y la filosofía estoica. Cada una tiene su propia razón de ser, aunque se necesita ser estoica para asumir conscientemente el hecho de ser mujer, y se necesita ser lo menos sexista posible para amar lo verdaderamente bello de una mujer hermosa. Después de todo, uno siempre encuentra la forma de interconectar todos sus gustos y disgustos, pasiones, amores y repulsiones en un conjunto que no siempre es armónico, pero casi siempre lo parece.

Hablar de cada una de las pasiones que tengo sería un poco complicado, y daría pie a esa costumbre mía de jamás darle seguimiento a una idea. Por ello, sólo me enfocaré en una, aunque la explicación previa me resulto oportuna y, sobretodo, grata. La pasión más resiente -y necesaria en estos tiempos caóticos de asumirme y aceptarme en la realidad que me tocó vivir- es la filosofía estoica. Lo más seguro es que, si alguien me pregunta, mis nociones de estoicismos estén muy lejos de ser las de un especialista. Sin embargo, más que una cátedra, esta entrada es para compartirles, a través de mis razones, un poquito del maravilloso camino del estoicismo.

Si les gustan los datos biográficos, puedo decirles que la escuela fue fundada por Zenón de Citio; que tiene tres grandes períodos: Estoicismo antiguo, Estoicismo Medio y Estoicismo Imperial, mismos que coinciden con la transculturación de Grecia a Roma. Si quieren algunas características de la escuela, debo mencionarles que su estudio se divide en tres grandes y principales ramas: la Física, la Lógica y la Ética; que es una escuela racionalista, panteísta (Dios está en todas las cosas) y una filosofía de la praxis, que tiene como único fin la felicidad.
Pero si de verdad les interesa la introducción de un especialista, el texto ideal es La filosofía helenística de Alfonso Reyes (FCE, col. Breviarios: 147). Lo que yo quiero es decirles porque me apasiona la filosofía estoica. Como ya sabemos, vivimos en unos tiempos difíciles: todo parece ser dinero, sed de poder, falta de humanidad, injusticia y desesperanza absoluta; esto es  “una mierda”, en dos palabras. Y  aunque hemos comprado en su totalidad la idea de que la filosofía no es más que una inútil abstracción constante, resulta que nace no sólo de cuestionarse o de la trillada etimología del “amor a la sabiduría”, sino de la necesidad de buscar una respuesta ante los conflictos de la vida cotidiana –porque no siempre se trata de “decir lo que todo el mundo sabe con palabras que nadie entiende”. Ya lo dijo Vico: “La filosofía reconoce al hombre tal y como es; si ha caído y es débil, la filosofía debe ayudarlo”. Para mí, no hay una mejor descripción de la filosofía, en este caso de la estoica, porque es justo así como la veo.

Cuando acudo a la filosofía estoica, sé perfectamente que no debo esperar una lectura con la que podré lucirme en un bar con mis amigos intelectuales –en realidad esa es una de las cosas que, según Epicteto, no debemos hacer-, porque la busco, precisamente, para quitarme ese tipo de vicios de encima. Para mí, como para muchos otros, el ideal del sabio estoico está a años luz de realizarse. Sin embargo, y como dice Séneca para defender a la escuela de esta constante crítica, en el camino hacia la virtud –y, por lo tanto, a la felicidad- existe el progreso. Es decir, que si bien la cima está muy lejos no es imposible dar el primer paso. Podemos comenzar por reconsiderar y “suspender” los juicios que hacemos de las cosas, con la finalidad de evitar cualquier prejuicio. Por ejemplo, si alguien decide insultarme, antes de reaccionar violentamente, o de cualquier otra forma, sin pensarlo, es más conveniente ver la acción tal y como está sucediendo, o sea, sin prejuicio alguno. Yo debo entender que lo que esa persona dice no son más que palabras, y que no depende de mí si  las dice o no. Lo que sí depende se mí es el juicio que haga sobre la importancia de dichas palabras, importancia que no existe, pues si las cosas no dependen de mí no tienen porque afectarme.
Entiendo que esta explicación no es muy clara, pero en ella se ve una de las razones por las que la filosofía estoica me es tan necesaria: al ser filosofía de la praxis, exige mucho más que una simple comprensión de lectura y predicación de las posturas: requiere de una disciplina y un reconocimiento constante de los vicios y los errores, que deben ser erradicados. No basta con conocer a todos sus autores, hay que tenerlos por maestros y ejemplos y, de ser posible, hay que actuar como si siempre nos estuvieran viendo.
Seguramente tengo algunas otras razones, pero todas recaen en una: el estoicismo me apasiona y, por lo tanto, me es necesario, porque en él encuentro un camino y un primer paso hacia la felicidad y la adversidad de estos tiempos. Con el estoicismo no me pierdo en mis abismos, por el estoicismo creo en la posibilidad de vivir esta vida. El estoicismo es mi lugar y mi refugio, mi bastón y mi sustento, mi oportunidad y mi escalera.  

1 comentarios:

Matias dijo...

No tengo idea de cuanto tiempo lleva este blog en la web, pero estoy leyendo las Cartas a Lucilio y realmente es como decis, es una filosofía que te interpela a otro nivel, mas personal, que te dice: ¿y vos que estás haciendo para ser mejor? ¿Ya sabes lo que querés? ¿Estas trabajando para conseguirlo? ¿O todavia cambias constantemente de opinion sobre lo que es bueno para vos? ¿Y hasta cuando vas a vivir así? A mi me apasiona tambien el estoicismo, pero he visto que se ha convertido en algo así como una moda en ciertos circulos. Por ejemplo, Daily Stoic tiene muchos seguidores en Youtube y hay muchos otros canales que recogen ideas estoicas y te las dan ya masticadas. El estoicismo termina entonces por parecerse mucho a esos discursos de autoayuda que componen tantos libros de 10 paginas, donde cada pagina tiene una frase y nada mas: "amor fati", "premeditatio malorum", etc. Y todo eso puede ser util, pero una transformacion autentica en terminos del estoicismo implica una reconfiguracion de nuestro sistema de valores. Por eso me parece central esa idea del "bien real" y el "bien aparente", que si bien no está planteada en esos términos dentro del discurso estoico, es un buen resumen de lo que yo pienso que es uno de los componentes centrales de esa teoría. Llegar al punto de ser indiferentes a todo menos a nosotros mismos. Que todo el bien provenga de mí y solo de mí y que se derrame sobre otros como un perfume. Ese nivel de indiferencia con respecto a lo me trasciende, con respecto a los otros, a sus opiniones, a lo que el mundo pueda traer...no es ciertamente fácil de conseguir. Por eso no me gusta la idea que se transfiere acerca del estoicismo a veces, como si fuese algo intelectualmente pobre y prácticamente equivalente a una receta de bizcochuelo. El estoicismo implica una reconfiguración de nuestro modo de sentir y pensar que debe ser valorada adecuadamente. Pero bueno, después de todo, no controlamos las opiniones de los demás! Saludos.

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