El hombre de la botella verde

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"Oye, tú tienes algo que decirme", grita el hombre de la botella verde a quien se cruza en su camino. La mayoría lo ignora, pero siempre  hay alguien. Alguien que es alguien precisamente porque puede detenerse a escuchar al hombre de la botella verde. Entonces, Alguien pregunta: "¿Qué tengo yo que decirle a usted?". El hombre de la botella verde guarda silencio unos instantes, mira fijamente a Alguien y le susurra "Tú dime.."

Alguien no sabe qué hacer, pero entiende de inmediato -casi como uno de esos destellos internos que son llamados epifanías- que el hombre de la botella verde es extraño y algo más: es raro de una forma distinta, raro entre los raros, inclasificable. Se ha dado cuenta de que aquel que le pregunta está impregnado de algo oscuro, algo que seguro no está consciente de poseer, pero que explota de maravilla; como si, de pronto, sonaran alas batiéndose y demonios carcajeándose. Alguien se siente atraído por el hombre, aunque desea alejarse corriendo del lugar. Lo ve como un límite, como el puente hacia el inalcanzable final del horizonte, lo ama como amigo, lo desea como a un fruto del vacío...

Tras dudar unos segundos, Alguien se decide a preguntarle al hombre por qué lleva en la mano una botella verde. Él la levanta como a un recién nacido, la mira con detenimiento, suspira y dice: "Contiene mis últimas palabras y viaja conmigo. A veces tengo ganas de romperla, porque creo que mis letras están aprisionadas; pero no lo hago porque sé que así no terminan los cuentos. No puedo, simple y sencillamente, terminar con lo que he desencadenado, tiene que hacerlo otro, alguien más. Por eso decidí llevarla al mar, por eso no escribo más". 

Alguien, absorbido por la voz del hombre, desea saber qué tiene que ver una botella con la escritura. Como si leyera su mente, el hombre continúa: "Tiene que ver mucho con mi entendimiento del mundo a través del arte, tiene que ver con el amor (¡sobre todo con el amor!), tiene que ver con mi existencia..." 

De pronto, Alguien, que tiene algo que decir, sale corriendo en busca de una pluma, una hoja y una botella verde... 

Cómo desgarrarse las vestiduras (método garantizado)

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1. Busque varios motivos de tristeza (problemas con su pareja, nostalgia del pasado, fracasos laborales...).

2. Escoja el que más reciente (si lo está experimentando es mejor).

3. Sea esquemático en la selección: mientras más meticuloso más miserable se sentirá.

4. Vincule el motivo de tristeza presente con uno del pasado, recurrente de preferencia. Por ejemplo, si usted está triste porque jamás escuchará un "te amo" de boca de su amado (a), piense en fracasos anteriores: ¿por qué nadie lo ama? 

5. Continúe con las preguntas hacia su ego lastimado: ¿Es usted feo? ¿Está gordo? ¿Es un perdedor imbécil?

6. Escoja la pregunta que más veces se haya echo; puede combinarlas, pero es preferible tener una de cabecera. Si usted seleccionó, por ejemplo, "¿Es porque usted es feo?" asegúrese de comprobarla: vea cada defecto de su cuerpo con atención, compárelo con el cuerpo de todos aquellos que son llamados hermosos: no olvidé las lonjas, la panza, las facciones no occidentales, el color de piel, la estatura... Recorra con la vista cada horror de su cuerpo.

7. Ahora que tiene una de las respuestas, está listo para el siguiente nivel: el fatalismo. Traslade la angustia del presente y el pasado al futuro, a todo el futuro. Repita muchas veces: "Ella no me ama porque soy feo y estúpido... ¡No me amará nunca!" (para aumentar el patetismo puede regresar al paso 6 y compararse con todos aquellos que sí son guapos y sí tienen pareja).

8. Si usted es de los que se siente más infeliz exhibiendo su miseria, vaya al paso 9; de lo contrario, vaya directamente al paso 10. 

9. Es el momento ideal para hablar de la mierda que somos ante nuestros amigos: prenda la computadora, o tome el teléfono. Busque entre sus amigos únicamente a aquellos que sabe que pueden consolarlo por horas.    
Si está en una red social o en un programa de mensajería instantánea, escriba una frase deprimente en dónde todos sus contactos puedan verla. Espere, si nadie le habla, hágalo usted con un tono "normal". Puede  preguntar, por ejemplo, "¿cómo estás?", y cuando su interlocutor responda con una pregunta similar, usted diga "Bien, pero hoy me siento un poco triste". Si usted ha seleccionado al amigo indicado podrá sentirse miserable en la conversación el tiempo que lo desee.

10. Este es el último paso, y el de mayor dificultad. Aquí, usted tiene que sentir tanta aversión que no le bastará con verterla sobre sí mismo: tendrá que trasladarla a absolutamente todo lo que lo rodea. Hay que ser lo más meticuloso posible. Vuelva a los pasos 1 y 2 y tergiverse el motivo de su tristeza. Es momento de trasladarlo a otros lados. Usted tomará conciencia de que su infelicidad no se reduce al hecho de que sea gordo, feo y estúpido; eso no es más que consecuencia de una verdad innegable: el amor es una mierda (!), Pero sí el amor es una mierda, también lo es la pareja, la familia, la sociedad, la cultura, el mundo... Tome cada concepto que usted tenga por verdadero y/o sagrado y deje que se sumerja en su nueva idea deprimente del mundo... 

¡Con estos diez pasos, usted podrá desgarrarse las vestiduras como nunca imaginó!

Nota: si usted es de lo que siempre quieren más y desea agregar un intento de suicidio (o un suicidio de verdad), vea nuestro artículo "Propedéutico del buen suicida".