Una clase en FFyL


Por eso quería contarte lo de mi clase de El Quijote. Fue, como te dije, hermosa. Aurelio empezó por hablar de la novela de una forma convencional, hasta que nos pregunto: “¿Recuerdan esas épocas de secundaria, cuando se enamoraron de alguien y jamás se lo dijeron; cuando él, o ella, les parecía Dulcinea, aunque el mundo les dijera que era Aldonsa Lorenzo? ¿Recuerdan a aquellas personas que ya no están pero que alguna vez les hablaron una Edad de Oro donde todo era de todos?” Me es difícil reconstruir todo lo que dijo, porque después de la primera pregunta ya empezábamos a llorar. Y sé que por escrito no parece gran cosa, pero oír a Aurelio hablando de El Quijote como “un libro que debe ser prohibido a todos aquellos que no han fracasado”, es algo difícil de relatar. Porque sólo alguien que ha fracasado –nos decía- tiene la capacidad de entender la novela de Cervantes; sólo alguien que emprendió algo que falló, pero no dejó de buscarlo, puede ver en Don Quijote algo más que un tipo que “se volvió loco por leer libros de caballería”; y sólo alguien que antepone los ideales que tiene por verdad a “todo lo otro” puede salir a los lugares de La Mancha a “desfacer entuertos” y “defender doncellas”, o en su defecto, estudiar Letras Hispánicas y tratar de hacer algo con el amor que uno les tiene. 

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